
Pinta bien ¿eh? Pues todavía puede mejorar... y es que esta mañana, ante una de mis crisis “¿qué diablos me voy a poner si pobrecita de mi sólo tengo 2 armarios y 1 cómoda repletos de ropa?” he decidido hacerlo. Nada ni nadie me va a parar. Sé que soy una temeraria, que estoy jugando con fuego (o hielo) pero estoy decidida: ¡voy a ponerme sandalias en invierno!. Y es que es una tendencia que ya empezó a verse en otoño, seguro que lo habéis visto en muchas tiendas: entre botas altísimas y botines con tachuelas se pueden ver preciosas y livianas sandalias. La verdad es que es un poco arriesgado: no sólo por el frío que se debe pasar, sino porque combinarlo puede resultar una experiencia traumática para el resto de la humanidad... pero así es la moda, una apuesta arriesgada ¿verdad señor Ford?
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